26 de febrero de 2009
HELEN JONAS:
Como sobreviviente, le puedo decir que todos somos personas traumatizadas. Nunca hubiera creído, nunca, que un ser humano sería capaz de semejante horror, de semejantes atrocidades. Cuando lo veíamos aparecer, todo el mundo se escondía, en las letrinas, en dondequiera se pudieran esconder. No puedo expresar el miedo que le tenía la gente.
ALEISA FISHMAN:
Cuando Helen Jonas habla del oficial de las SS, Amon Goeth, su voz todavía muestra resquicios de los horrores de los que fue testigo mientra trabajaba como su empleada doméstica en el campo de concentración de Plaszow, en Polonia. Goeth era el comandante del campo, el que se describe en la película “La lista de Schindler”. Y fue el mismo Oskar Schindler quien finalmente salvó a Jonas de Plaszow. Después de la guerra, Goeth fue ahorcado por las autoridades polacas. Sesenta años más tarde, Jonas se reunió con la hija de Goeth, Monika, en un encuentro filmado para la película documental “Inheritance”.
Bienvenido a Voces sobre el antisemitismo, una serie de podcasts del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos, que ha sido posible gracias al generoso apoyo de la Fundación Oliver y Elizabeth Stanton. Me llamo Aleisa Fishman y seré su presentadora. Cada dos semanas, recibimos a un invitado para reflexionar sobre las muchas maneras en que el antisemitismo y el odio influencian nuestro mundo en la actualidad. Les presento a la sobreviviente del Holocausto, Helen Jonas.
HELEN JONAS:
Cuando llegué al campo Plaszow, me asignaron la limpieza de las barracas. Al tercer día, un hombre alto de las SS entró en la habitación, y era Amon Goeth. En ese momento, yo no sabía quién era. Pero observó por un rato y le dijo a la mujer que estaba a cargo de nosotros que me enviara a su casa. Y yo no sabía nada de la brutalidad de ese hombre, pero era un demente. Era un demente. Siempre observaba el campo desde el balcón, y se quedaba de pie con la ametralladora a través de la ventana. Decía “¿Ves a esos imbéciles? Se quedan parados, sin hacer nada”. Decía: “Les voy a disparar”. Y después se escuchaba que disparaba como un loco. Y se podía escuchar que silbaba una canción alegre, como festejando lo que había hecho. Y esa cara… ¡con esa satisfacción! No lo puedo olvidar. Los sueños, después de tantos años… él me persigue, yo me escondo. Porque vivía en un temor constante, en un temor constante, sólo de mirarlo. Era un salvaje.
Monika era la hija de Amon Goeth, y yo recibí una carta de ella. Y era una carta muy sensible. Me explicó que era una niña cuando ahorcaron a su padre. Quería conocerme. Que me lo agradecería. Y al final decía: “Helen, sé que esto es muy difícil para usted, y también es difícil para mí, pero tenemos que hacerlo por las personas asesinadas.” Y eso me conmovió. Y, al mismo tiempo, me dio miedo, me entiende, retroceder en el camino del pasado y recordar y entrar en contacto con aquellas brutalidades y atrocidades. Pero me pareció que, de lo contrario, iba a ser olvidado.
Monika, ella aceptó el hecho de que su padre era un asesino, pero igual quería defenderlo. Ella me dijo: “Todos lo hacían.” Y yo le dije: “Pero él era el que daba las órdenes.” Pero, era como que lo seguía protegiendo… “Todos lo hacían”. Y eso, digamos que me molestó, ¿entiende? Es difícil para mí estar con ella porque me recuerda mucho, entiende… es alta, tiene ciertos rasgos. Yo lo odiaba tanto. Pero ella es una víctima. Y creo que es importante porque está dispuesta a contar la historia en Alemania. Me dijo que hay gente que no quiere saber, que quiere seguir adelante con sus vidas. Y creo que es muy importante porque hay muchos hijos de los criminales, y creo que es una persona valiente para seguir hablando así, porque es difícil.
Yo entiendo a Monika. Yo soy madre, tengo hijos. Y ella está afectada por el hecho de que su padre era un criminal. Pero mis hijos también están afectados por eso. Y es por eso que las dos vinimos aquí. El mundo tiene que saber lo que pasó, para evitar que vuelva a suceder.