2 de diciembre de 2010
RENEE HOBBS:
Cuando hablamos de las mentiras y la información errónea que hay disponible acerca del Holocausto, a menos que uno cuente con muchos conocimientos previos sobre el tema o esté bastante bien informado al respecto, es todo un desafío identificar la información correcta y la equivocada.
ALEISA FISHMAN:
Renee Hobbs es profesora de Comunicación y fundadora del Laboratorio de Educación en Medios de la Universidad de Temple. Hobbs trabaja para promover la alfabetización mediática y el pensamiento crítico con respecto a las fuentes de información, las cuales pueden constituir sólidas herramientas para combatir la instigación al odio y la negación del Holocausto.
Bienvenidos a Voces sobre el antisemitismo, una serie de podcast del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos que es posible gracias al generoso apoyo de la Oliver and Elizabeth Stanton Foundation. Soy Aleisa Fishman. Cada mes, tenemos un invitado que reflexiona sobre las muchas maneras en que el antisemitismo y el odio influencian nuestro mundo en la actualidad. Desde Filadelfia, presentamos a Renee Hobbs.
RENEE HOBBS:
En primer lugar, es importante definir qué entendemos por alfabetización mediática y qué significa estar alfabetizado en cuanto a los medios de comunicación. Uno de los motivos por los que la alfabetización mediática resulta una herramienta tan útil a la hora de combatir el odio es que estar alfabetizado en cuanto a los medios de comunicación implica tener la capacidad de acceder a la información y a las ideas, es decir, analizar la información y los mensajes que recibimos de una variedad de fuentes. También significa que somos capaces de comunicar nuestros propios mensajes en calidad de autores y personas creativas, y que podemos tomar medidas concretas, ya sea a nivel individual o colectivo, para usar el poder de la comunicación con el fin de lograr un mundo mejor. La alfabetización mediática incita a las personas a pensar en varios puntos de vista diferentes, a pensar por qué algunos mensajes resultan atractivos y otros no, y a reflexionar sobre las decisiones que tomamos. Todas esas facultades son antídotos sumamente poderosos contra el pensamiento tendencioso y la aceptación unilateral e instintiva de ciertas ideas sin tener en cuenta los supuestos que estas acarrean o sin reflexionar sobre sus implicaciones.
A los nueve años, uno de los principales desafíos de alfabetización mediática que nos toca afrontar es el de los estereotipos, porque, cuando llegamos a esa edad, ya consumimos activamente películas, música y programas de televisión como para hacernos una idea de cómo son las personas. En el caso de los niños y los jóvenes, mucho antes de tener algún tipo de experiencia directa real con el mundo, tienen experiencias mediáticas con toda clase de personas, actividades, entornos, lugares y circunstancias históricas. No obstante, los mensajes de los medios son siempre selectivos y parciales. Por eso, debemos formular varias preguntas: ¿de quién es el punto de vista representado?, ¿en el marco de qué contexto económico se sitúa este mensaje?, ¿cuál es la intención del autor?, ¿por qué me está contando esta historia? Finalmente, lo más importante: ¿qué se omitió? Los productores de medios de comunicación toman decisiones, de modo que la concientización sobre las opciones posibles amplía las oportunidades de las personas para cuestionar los supuestos. Por ejemplo, las personas podrían reconocer un mensaje antisemita camuflado como una cobertura de prensa de algún hecho que está ocurriendo en Irán, en Estados Unidos o en Israel. Podrían estar mejor preparadas para reconocer esas formas de prejuicios en la medida en que sean capaces de reconocer la manera en que se conciben los mensajes.
Las personas tienen distintos niveles de comodidad en cuanto a la complejidad. Los educadores que promueven la alfabetización mediática buscan aumentar la tolerancia de las personas, así como su apreciación de la complejidad. La gente, en general, suele creer que, si el contenido de un sitio web coincide con sus conocimientos o sus creencias previas, entonces debe ser cierto. Esto significa que creemos en lo que coincide con nuestra visión previa del mundo. Nosotros pensamos que, cuanto más autocríticas y autoconscientes sean las personas respecto de ese proceso, mejor.
La capacidad para encontrar la verdad y la belleza a partir de las mentiras y el odio forma parte de la estructura de lo que significa ser un ciudadano de los Estados Unidos. La Primera Enmienda protege los discursos odiosos, y esto es así porque la visión de la naturaleza humana, que está representada en el concepto de autonomía, dice que las personas son capaces de tomar decisiones. La realidad del asunto es que yo soy quien tiene que decidir qué merece ser creído, y mi capacidad para ser eficaz en el mundo se debe a que tomo decisiones sobre lo que decido creer y sobre por qué decido creerlo.
Desde mi punto de vista, la alfabetización mediática genera que uno sea más optimista con respecto a la cultura de los medios de comunicación y a la cultura popular, y también en cuanto a los medios digitales. En cierto modo, me parece que tenemos que ser optimistas para poder abordar el problema de la instigación al odio. Debemos ser capaces de creer que, gracias a nuestras propias habilidades de comunicadores eficaces, podemos reaccionar y contrarrestar los peores aspectos de la experiencia humana: nuestra codicia, nuestra pereza y nuestro odio.