10 de Junio de 2008
Jacqueline Mendels Birn relata cómo en julio de 1942 su familia huyó de la ciudad de París, ocupada por los alemanes, a la zona francesa “libre” del sur conocida como Vichy.
Esta página también está disponible en inglés.
LA TRANSCRIPCIÓN COMPLETA
NARRADOR:
Más de sesenta años después del Holocausto, el odio, el antisemitismo y el genocidio todavía amenazan a nuestro mundo. Las historias de vida de los sobrevivientes del Holocausto trascienden las décadas, y nos recuerdan que permanentemente es necesario ser ciudadanos alertas y poner freno a la injusticia, al prejuicio y al odio, en todo momento y en todo lugar.
Esta serie de podcasts presenta fragmentos de entrevistas a sobrevivientes del Holocausto realizadas en el programa público del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos llamado En primera persona: conversaciones con sobrevivientes del Holocausto.
En el episodio de hoy, Jacqueline Mendels Birn le cuenta al presentador, Bill Benson, cómo en julio de 1942 su familia huyó de Paris a la zona sur de Francia controlada por el gobierno de Vichy. El padre de Jacqueline encontró dos granjeros confiables que ayudarían a que la familia escapara cruzando la línea de demarcación.
BILL BENSON:
Jacqueline, cuando abandonó París por última vez, según escribió en sus memorias, la salida se manejó con mucha discreción y sacaron las cosas de su departamento por la noche, pero también mencionó que los vecinos deben haber sabido que ustedes se iban.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
Sin ninguna duda. El portero debe haber sido una persona maravillosa y la persona que vivía, creo, a dos tramos de escalera más arriba que nosotros, Madame Deneux, conservó, creo, gran parte de las pertenencias de mis padres. Ella era una viuda de la Primera Guerra Mundial que odiaba a le Boche, los alemanes, y nos ayudó.
Mi madre, en ese momento, tenía un pequeño piano tipo espineta, y mi padre con otra persona, en el medio de la noche, una noche muy oscura, debe haber sido a principios de julio, bajaron ese piano (estábamos en lo que los europeos llaman el primer piso, segundo piso para los estadounidenses) a la casa de un vecino que vivía cruzando el patio, y ese maravilloso amigo y vecino conservó el piano durante toda la guerra.
Entonces mis padres pudieron… No sabíamos nada, mi hermana y yo. No sé si a la mañana siguiente preguntamos dónde estaba el piano. Sé que dibujé un piano… [risas].
BILL BENSON:
Quizás notó que algo faltaba, cuando se levantó.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
Sí. Exacto.
BILL BENSON:
Después pasaron la noche con unos amigos. Eso fue importante y además recibió un regalo para la buena suerte. ¿Nos cuenta cómo fue?
JACQUELINE MENDELS BIRN:
Sí. Teníamos unos amigos maravillosos, eran amigos de mis padres, desde antes que yo naciera, en realidad, y arriesgaron sus vidas para ayudarnos. Mis padres no querían ir al métro. Los judíos no podíamos subir al métro después de las 6 de la mañana, excepto en el último tren, por supuesto.
Y nos invitaron: “Vengan y pasen la noche en nuestra casa porque en esa calle no los conocen y está muy cerca de la parada del métro. Pueden irse a las 6 de la mañana muy silenciosamente y nadie lo sabrá”.
En nuestro edificio, si alguien nos veía por una ventana, podría haber dicho algo.
Y mis padres aceptaron la invitación de estos amigos tan buenos. Y fuimos allí. Yo estaba encantada. Jugaba con mi amiguita que había visto la primavera anterior. Ella tenía dos años menos que yo y jugábamos. Y compartimos la cama.
Ellos bajaron al sótano, aunque era julio, y el padre, Maurice Paris, es su nombre, quemó nuestras estrellas judías. Cenamos y a la mañana siguiente debemos habernos levantado muy temprano porque nos fuimos a las 6 de la mañana para ir a la estación de tren.
El hijo de ellos, Michel Paris, y el hijo de la señora tenían 15 años, esos muchachos actuaban en la clandestinidad, en la Résistance, se habían llevado las mochilas de mis padres. Mis padres decidieron que iban a viajar.
No era el estilo de ellos, pero viajarían con una mochila que tenía las cosas más esenciales para tomar al tren. No olvidemos que a los judíos no se les permitía viajar, y mis padres tenían documentos judíos.
BILL BENSON:
Tenían documentos judíos, pero no estrellas.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
No tenían estrellas. Entonces, nos fuimos esa mañana. Creo que esa era su pregunta. Me extendí demasiado.
BILL BENSON:
No, no.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
Nos fuimos esa mañana. Por supuesto, nos despedimos muy rápidamente, y nos subimos al métro y nos detuvimos en la estación de trenes que se llama Gare d’Austerlitz, que va al sur, a la zona centro sur. Bueno, mis padres retiraron su mochila, que habían dejado la noche anterior los dos jóvenes, quienes probablemente compraron los boletos para mis padres, porque a mis padres no se les permitía...
Subimos al tren y el tren no salía. Y recuerdo eso. El tren no partía. En esa época yo tenía siete años. Y mi padre se puso muy ansioso y fue al pasillo y dijo: “Sí, están deteniendo a judíos en aquel tren, del otro lado”. Pero no llegaron a nuestro tren.
Debería mencionar mi medalla, porque Madame [Paris], la esposa, Geneviève Paris era su nombre, nos dio a mi hermana, a mi madre y a mí, estoy segura, una medalla, y en el reverso decía “Notre-Dame de Lourdes”, y si conoce Lourdes en Francia, es un lugar donde se producen milagros. Esa maravillosa Geneviève Paris creía que eso nos ayudaría.
BILL BENSON:
Y hoy usted la conserva.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
¡La conservo! Sí. En realidad, no la uso; la conservo…
BILL BENSON:
Entonces, estaban deteniendo judíos en el tren, pero no llegaron hasta donde estaban ustedes.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
Sí. No llegaron a nuestro tren.
BILL BENSON:
Entonces, desde allí, viajaron y finalmente se encontraron en ese pequeño pueblo de Le Got.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
No inmediatamente. [Risas]
BILL BENSON:
No. Cuéntenos cómo llegaron a Le Got.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
Bueno, tuvimos que hacer transbordo en un pequeño pueblo llamado Angoulème, que está en el mapa, no en el mapa suyo, sino en los mapas de Francia. Tuvimos que hacer transbordo. Era una noche muy oscura. Mi hermana se cayó y se golpeó la cabeza en el cemento y, hasta el día de hoy, recuerda el ruido del golpe en su cabeza.
Pero milagrosamente… quizás todo eso era… no se lastimó. Y subimos al otro tren y llegamos a un pequeño pueblo llamado St. Aulaye y creo que tuvimos que caminar. Fuimos a un hotel y después el passeur nos informó: “No podemos llevarlos”.
BILL BENSON:
Los passeurs eran personas que trataban de ayudarlos a cruzar la línea de demarcación.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
Sí, exactamente. Eran jóvenes granjeros.
BILL BENSON:
Passeur.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
Significa “que pasa, que cruza”, algo así. Y no podían hacerlo y creo que tuvimos que esperar unos días y finalmente debíamos reunirnos con ellos en un pequeño pueblo a la medianoche, bajo un árbol junto a la iglesia. Recuerdo eso. Creo que era primero de agosto y hacía calor.
Entonces, nos reunimos con los passeurs y comenzamos a caminar. Era una noche muy oscura. No sé si estaba estrellado.
BILL BENSON:
Y usted tenía siete años.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
Exacto. Y en un momento, recuerdo que vi la luz de colillas de cigarrillos y nos dijeron: “Agáchense”. Y mi hermana dijo: “Tengo que hacer pis”. Y nos decían: “Silencio”. Estábamos tendidos en el suelo y era muy peligroso.
Luego uno de los passeurs… Andaban en bicicletas y nosotros, caminando. Uno de los passeurs se adelantó para asegurarse de que no hubiera nadie, porque los alemanes estaban muy pero muy cerca.
BILL BENSON:
Patrullando y haciendo cosas por el estilo.
JACQUELINE MENDELS BIRN:
Sí, exactamente. Estaban muy nerviosos, me parece recordar. Y el otro passeur nos subió a Manuela y a mí, a mi hermana y a mí, en su bicicleta. Entonces, nosotras dos íbamos en bicicleta y mis padres tenían que seguirnos corriendo. Para ese entonces, creo que volábamos.
Y finalmente, lo logramos y supimos que lo habíamos logrado. Y recuerdo aquella voz, era el Ejército Francés del Armisticio. Creo que se permitía la presencia de 100.000 soldados armados en la zona libre. Siempre la llamo “la supuesta zona libre”. Y dijeron: “Qui va là?”, “¿Quién vive?”, que es una expresión típicamente militar.
Y el passeur debe haber dicho algo como: “Somos nosotros y traemos una familia”.