25 de Marzo de 2009
El rabino Jacob G. Wiener relata su experiencia de la Kristallnacht, conocida como la “Noche de los cristales rotos”, durante el 9 y 10 de noviembre de 1938. El rabino Wiener fue arrestado y su madre fue asesinada en aquella noche de violentos pogromos antisemitas en toda Alemania.
Esta página también está disponible en inglés.
LA TRANSCRIPCIÓN COMPLETA
RABINO JACOB WIENER:
“Esa noche, irrumpieron en el medio de la noche y arrestaron a todos los muchachos, quizás 50”.
Más de sesenta años después del Holocausto, el odio, el antisemitismo y el genocidio todavía amenazan a nuestro mundo. Las historias de vida de los sobrevivientes del Holocausto trascienden las décadas, y nos recuerdan que permanentemente es necesario ser ciudadanos alertas y poner freno a la injusticia, al prejuicio y al odio, en todo momento y en todo lugar.
Esta serie de podcasts presenta fragmentos de entrevistas a sobrevivientes del Holocausto realizadas en el programa público del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos llamado En primera persona: conversaciones con sobrevivientes del Holocausto.
En el episodio de hoy, el rabino Jacob Wiener le cuenta al presentador, Bill Benson, cómo vivió la Kristallnacht, conocida como la “Noche de los cristales rotos”, durante el 9 y 10 de noviembre de 1938. El rabino Wiener fue arrestado y su madre fue asesinada en aquella noche de violentos pogromos antisemitas.
BILL BENSON:
El 9 y 10 de noviembre de 1938, la noche de Kristallnacht (o la “Noche de los cristales rotos”), usted había viajado para asistir al Seminario de maestros judíos en Wurzburgo, Baviera.
Su madre fue asesinada esa noche. Pero antes de hablar del asesinato de su madre, cuéntenos qué les sucedió a usted y a sus compañeros la noche de Kristallnacht mientras estaba de viaje, y luego háblenos del asesinato de su madre.
JACOB WIENER:
Yo no estaba en Bremen. Me encontraba a 400 kilómetros, en Wurzburgo, Baviera. Esa noche, irrumpieron en el medio de la noche y arrestaron a todos los muchachos, quizás 50. Fue en un dormitorio, en el medio de la noche.
BILL BENSON:
Los arrestaron a todos ustedes.
JACOB WIENER:
Sí. Y nos dijeron: “Esperen abajo”. Llegaron a las 2.30 de la madrugada y nos dijeron: “Esperen aquí”. Esperamos. Luego nos ordenaron: “Formen filas afuera, de cinco en fondo”. Wurzburgo es una ciudad pequeña, con adoquines, y nos llevaron a las calles.
Mientras tanto, desde la mañana hasta ese momento, habían reunido todas las personas de la ciudad que pudieron, y estas personas estaban paradas a los costados. Nos hicieron caminar por la calle, y mientras caminábamos, estas personas nos insultaban, nos escupían, entre otras cosas.
Cuando marchábamos por las calles, pasamos por las sinagogas incendiadas. Y nos llevaron a prisión. Llegamos a la prisión, y los nazis y los alemanes eran muy particulares. Eran muy meticulosos.
Lo primero que nos dijeron fue: “Vacíen todo de sus bolsillos”, e inventariaron todo...
BILL BENSON:
Todo lo que tenían en los bolsillos.
JACOB WIENER:
Todo, aunque fuera un centavo, y luego nos llevaron a las celdas. Estuvimos en las celdas unos siete días. Todos los días desaparecían personas que estaban arrestadas allí. Las llevaban a los campos de concentración. Yo seguía allí. Al séptimo día, habíamos llegado el 9 de noviembre y creo que fue el 16 de noviembre, un viernes a la noche, nos dijeron: “Ustedes, aparte”; nos apartaron a siete de los muchachos.
De repente, nos dijeron: “Son libres. Vayan a su hogar en su ciudad natal y preséntense en la Gestapo local. “Gestapo” significa policía secreta. No tenía dinero ni nada, pero, para resumir, llegué a casa.
BILL BENSON:
¿Cómo hizo para viajar 400 kilómetros sin dinero?
JACOB WIENER:
Se producían milagros. Yo viví muchos milagros. [Risas].
BILL BENSON:
De alguna manera pudo volver.
JACOB WIENER:
Encontré a la secretaria de la escuela. Me dio 20 marcos. Era suficiente para tomar un tren que me llevara a casa. Llegué a casa; viajé el jueves a la noche y llegué a casa el viernes a la mañana. Llamé a casa; nadie respondía. Luego, tomé un tranvía, llegué a casa y vi que las ventanas de nuestra tienda, como dije anteriormente, era una tienda de bicicletas, estaban rotas y habían levantado barricadas.
Fui por el otro lado. Había una entrada para la tienda y otra para la residencia privada. Había una nota: “Buscar la llave en el departamento de policía”. Antes de ir al departamento de policía, el vecino no judío de papá que tenía una mueblería me llamó.
Él tenía miedo de salir a la calle. Pero me llamó y me contó la historia. Esa noche, rompieron la puerta, entraron y le dijeron a mi hermano que se parara cerca de la puerta para vigilar que nadie viera nada. Temían a la oscuridad.
Luego, subieron y mientras tanto, mi padre se escapó por el techo y le dijo al vecino: “Me voy a Suecia”. Durante la guerra, solo tres países se mantuvieron neutrales: Suecia, Suiza y España.
Dijo: “Me voy a Suecia”. Pero cuando los hombres entraron a la casa, irrumpieron y vieron a mi madre, le preguntaron: “¿Dónde está su esposo?”. No sé si ella no quería decirles o no sabía lo que había ocurrido, y la asesinaron.